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300 familias prohíben smartphones a sus hijos hasta los 13 Años

Guillermo Barletta, uno de los padres impulsores de la iniciativa: “No es culpa de los chicos, son chiquitos para poder decidir y saber cómo utilizar toda esa información”.

Un grupo de 300 familias del Colegio Primario San Nicolás de Mendoza ha impulsado un acuerdo sin precedentes para prohibir a sus hijos el uso de teléfonos inteligentes hasta los 13 años. Esta iniciativa, denominada “Pacto Parental”, surge de la creciente preocupación de los padres por los riesgos sociales, emocionales y neurológicos que el acceso ilimitado a la tecnología tiene sobre los niños y preadolescentes. La medida no busca demonizar la tecnología, sino proteger la infancia y asegurar un desarrollo madurativo más sano en un entorno digital complejo.

En Ultima Pregunta dialogamos con Guillermo Barletta, uno de los padres impulsores del proyecto, quien explicó que la decisión se basa en una realidad biológica y evolutiva. Para los niños de esa edad, la exposición a las redes y la información ilimitada es sencillamente inmanejable. Barletta fue claro al señalar la razón de fondo para el pacto: “No es culpa de los chicos, son chiquitos para poder decidir y saber cómo utilizar toda esa información y todos esos estímulos que aparecen por la pantalla.”

Uno de los principales detonantes del pacto fue el impacto social de la tecnología dentro del grupo de amigos. Los padres detectaron dinámicas de exclusión y ciberacoso que se gestionaban a través de la mensajería instantánea. “Arman y desarman grupos en dos segundos, y quieras o no, vos estás a segundos de bullying o de ciberacoso, que a uno lo suman al grupo, lo sacan al grupo... dejarlo en sus manos, el manejo de esto quizás es muy riesgoso”, advirtió.

El pacto se enfoca en recuperar el tiempo perdido y promover habilidades esenciales que la tecnología anula. Los promotores aseguran que la prohibición del smartphone tiene como fin devolver a los niños la capacidad de generar su propio entretenimiento y desarrollar su atención plena. El padre resumió la filosofía del acuerdo en la necesidad de: “Tratar de acompañarlos en la infancia y que tengan la posibilidad de aburrirse... La capacidad de aburrirse y también las competencias comunicacionales.”

Finalmente, el pacto subraya que el compromiso principal debe ser de los adultos, ya que la adicción a las pantallas no es exclusiva de los menores. Barletta invitó a otros padres a replicar la iniciativa, señalando que el Gobierno o la escuela solo pueden acompañar las decisiones que se tomen en casa, y concluyendo con una autocrítica sobre los límites: “No le puedo pedir al gobierno que haga lo que yo no hago como papá. Esa es una realidad, que es poner un límite en la casa... Si a un niño le pasa más o menos lo mismo, se imaginan que hay un tema también neurológico”.